La mentira forma parte de la conducta humana. Nos sirve para no hacer daño
"mentiras piadosas"
y para lo contrario. Mentimos para lograr un objetivo, comprometer a
alguien, agrandar logros y minimizar fracasos. Es un recurso para
alcanzar un fin. Pero ¿es posible falsear la verdad sin delatarse?
El criminólogo español Juan Ángel Anta, experto en la materia, dice que “se
trata de analizar los ademanes y el discurso de una persona para buscar
indicios de engaño en la interacción entre ambos tipos de comunicación,
la oral y la gestual”. Por ejemplo, cuando alguien miente, es
muy posible que caiga en incongruencias y responda afirmativamente a una
pregunta a la vez que hace un movimiento de negación con la cabeza; o
afirme que se encuentra tranquilo mientras su postura demuestra lo
contrario. Otras veces, el lenguaje
resulta revelador; quien cuenta una historia sin aportar datos
concretos, con lagunas mentales reiteradas y pausas forzadas, se está
retratando.
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