Un asteroide de 45 metros y 130.000 toneladas, como el que el pasado 15 de febrero pasó a solo 27.650 kilómetros de la Tierra
(una distancia mínima a escala astronómica), podría contener agua y
metales valiosos para la industria, como oro y platino, por un valor de
150.000 millones de euros. Ahora, la NASA quiere poner en marcha un proyecto destinado a atrapar una de estas rocas y situarla en una órbita lunar. La idea es diseñar una nave robot capaz de interceptar y capturar un asteroide
de unos 7 metros y remolcarlo hasta la posición deseada. Una vez
“anclado”, serviría como puesto de entrenamiento para astronautas, que
lo utilizarían para preparar futuras misiones tripuladas a otros de
estos objetos de mayor tamaño o a las lunas del planeta rojo. Semejante
misión exigiría una inversión de no menos de 2.600 millones de dólares, y
se completaría hacia 2021, pero es abordable con las tecnologías
actuales.
En el sector privado, algunas empresas apuestan por poner
en marcha cuanto antes planes de minería de asteroides que llevarían a
cabo sondas automatizadas. Estas explotarían los recursos por sí solas y
obtendrían in situ piezas y combustible útiles para los astronautas que
trabajasen lejos de la Tierra, lo que ahorraría los costes de tener que
mandarlos hasta allí. Una de estas firmas, Deep Space Industries,
tiene intención de enviar en 2015 una flotilla de vehículos que
realizarán un inventario de los mejores candidatos entre los asteroides.
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