Por primera vez en la historia se ha conseguido producir in
vitro y a partir de células pluripotentes inducidas (iPS) un fragmento
tridimensional y vascularizado de hígado humano que, tras ser trasplantado en el cráneo y el abdomen de ratones, realiza funciones propias del órgano completo.
Según los científicos japoneses responsables del estudio, del que se
hace eco la agencia SINC, en diez años podrán comenzar las pruebas
clínicas en humanos de terapia de trasplantes con fragmentos de órganos.
Los investigadores, que publican su trabajo en la revista Nature,
se inspiraron en el proceso natural de formación del órgano. Durante el
desarrollo embrionario las células hepáticas recién diferenciadas
forman una masa de tejido que enseguida empieza a vascularizarse, es
decir, a formar vasos sanguíneos que llevarán nutrientes a todas las
células. Para que esto se produzca son esenciales las interacciones y el
intercambio de señales con otros tipos celulares. Imitando este proceso
que ocurre de forma natural durante el desarrollo, los científicos
produjeron células hepáticas por diferenciación dirigida y luego las
cultivaron in vitro junto a células endoteliales y mesenquimales.
Gracias a estas interacciones, las células hepáticas se organizaron en
estructuras tridimensionales visibles, equiparables a las que se forman
en el embrión.
Tras trasplantar este fragmento en ratones, los investigadores observaron que los vasos formados in vitro conectaron con los del huésped y el órgano empezó a crecer y funcionar correctamente.
“El fragmento es de cuatro o cinco centímetros, demasiado grande para
introducirlo vía circulación sanguínea, y es difícil implantarlo dentro
del hígado del huésped. Por eso elegimos otros dos sitios del ratón para
el implante: el cráneo y el abdomen”, ha explicado Takanori Takebe.
A los diez días se comenzó a detectar albúmina
–una proteína producida por el hígado– en el plasma sanguíneo de los
animales trasplantados. Para comprobar definitivamente que el nuevo
órgano funcionaba como un hígado humano aunque estuviera en un ratón, se
les administraron a los animales ketoprofeno y debrisoquina, dos
productos que los ratones y las personas metabolizan de manera
diferente. Tanto en la sangre como en la orina del ratón se detectaron
sustancias propias del procesamiento humano de ambas sustancias.
“Es muy probable que esta
técnica sea aplicable a diferentes órganos interiores que se
desarrollan de forma similar, como el páncreas, los pulmones o los
riñones. El páncreas es un candidato prometedor y ya estamos obteniendo buenos resultados”, augura Takanori Takebe.
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